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Figura 1. Esquema de los pulmones.
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Anatomía de los pulmones
Nuestro cuerpo está dotado de dos pulmones, los que ocupan toda la cavidad torácica excepto el
mediastino
en el cual radica el corazón,
los grandes vasos sanguíneos,
los bronquios, el esófago y
otros órganos.
Anatomía
general de los pulmones
Cada uno de los pulmones, que recuerda un cono, está suspendido en su
respectiva cavidad pleural y conectado al mediastino por anclajes
vasculares y bronquiales a los que colectivamente se les llama la raíz.
Los pulmones terminan superiormente en una punta estrecha llamada ápice
mientras sus paredes anterior, lateral y posterior mantienen un
contacto cercano con las costillas para formar la curvatura continua
llamada superficie costal. La
superficie inferior en cóncava, descansa en el diafragma y se denomina
la base. La superficie que
"mira" al mediastino, es decir, la superficie medial de ambos pulmones
presenta una hendidura llamada hilio.
Por el hilio entran y salen a los pulmones los vasos sanguíneos, tanto
sistémicos como respiratorios. Lo mismo sucede con los bronquios, los
que casi inmediatamente que alcanzan los pulmones comienzan a
ramificarse.
Los dos pulmones no son de igual tamaño debido a que el corazón está
ubicado algo oblicuo, con su ápice ligeramente a la izquierda del plano
medio del cuerpo, lo que obliga al pulmón izquierdo a tener una
concavidad en su aspecto medial para dar cabida al ápice del corazón,
resultando más pequeño que el pulmón derecho. La cavidad en el pulmón
izquierdo que alberga al ápice del corazón se llama muesca cardíaca.
Los pulmones están divididos en lóbulos,
los que son dos en el pulmón izquierdo, superior e inferior, separados por la cisura oblicua, mientras el pulmón
derecho presenta tres, superior,
medio e inferior separados por las cisuras oblicua y horizontal. Cada lóbulo a su vez,
está conformado por los segmentos
bronquiopulmonares
que recuerdan una pirámide y que están separados unos de otros por un
tabique de tejido conectivo. Cada segmento es una unidad funcional con
cierta independencia y está alimentado por su arteria y vena propias,
así como recibe el aire de uno de los segmentos bronquiales de forma
individual .
En ambos pulmones existen 10 segmentos bronquiopulmonares arreglados en
un patrón muy similar pero no idéntico entre un pulmón y el otro. La
subdivisión más pequeña del pulmón, aun visible a simple vista, son los
lobulillos,
los que se ven en la superficie pulmonar como hexágonos cuyas
dimensiones varían entre unos 4 y 20 mm y son alimentados por un
bronquiolo grande y sus ramificaciones .
La anatomía macroscópica de los pulmones consisten mayoritariamente en
espacios llenos de aire (alveolos y sacos alveolares). La integridad de
los pulmones como órgano individual se mantiene principalmente por un
entramado de fibras conectivas elásticas (estroma).
Esto da como resultado que sea un órgano blando y esponjoso que en
conjunto pese alrededor de 1 kg y cuya elasticidad reduce el trabajo
necesario para respirar.
Inervación pulmonar
A los pulmones llegan fibras motoras del sistema nervioso autónomo,
principalmente fibras parasimpáticas y más raramente fibras simpáticas,
además de fibras
viscerales sensoriales. Estas fibras nerviosas entran
a los pulmones desde el plexo
pulmonar que se encuentra en la raíz y corren a lo largo de los tubos
bronquiales y los vasos sanguíneos dentro del pulmón. Las fibras
parasimpáticas constriñen los tubos de aire mientras las simpáticas los
dilatan.
Suministro
sanguíneo a los pulmones
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Figura 2. Esquema de la irrigación sanguínea terminal en los
pulmones
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Los pulmones están irrigados por dos tipos de circulación sanguínea, la
pulmonar, de gran
volumen y baja presión procedente del ventrículo derecho del corazón, y
la bronquial,
que es la alimentación sistémica de sangre a los tejidos pulmonares,
nacida en la arteria aorta del corazón. Ambas difieren por tanto en
tamaño, origen y función.
La sangre venosa sistémica que será oxigenada en los pulmones se
distribuye por las arterias
pulmonares
que yacen anteriores a los bronquios primarios. Estas arterias, una vez
dentro del pulmón, se ramifican profusamente a los largo y en conjunto
con los bronquios hasta terminar en la red de capilares pulmonares que
rodean el alveolo (vea la figura 2).
Después de oxigenada la sangre en los alveolos, los capilares venosos
tributan a las vénulas, y estas a las venas
pulmonares las
que finalmente corren de vuelta al hilio y conducen la sangre al
corazón. La red de vasos venosos pulmonares serpentean en conjunto con
los respectivos bronquios y el tejido conectivo del tabique que separa
los segmentos bronquiopulmonares.
En contraste con la circulación pulmonar de alto volumen y baja
presión, la circulación bronquial es de bajo volumen y elevada presión,
llega a los pulmones por la vía de las arterias bronquiales
para proporcionar la sangre de alimentación a las células de los
tejidos pulmonares. Estas arterias pulmonares nacen en la aorta y
entran a los pulmones por el hilio. Dentro de los pulmones se ramifican
y corren junto a las ramificaciones de los bronquios alimentando
todos los tejidos pulmonares excepto los alveolos que se alimentan de
la circulación pulmonar.
Aunque cierta cantidad de sangre venosa bronquial se drena de los
pulmones a través de las diminutas venas
bronquiales, existen numerosas anastomosis
entre las dos circulaciones, de modo que la mayoría de la sangre venosa
bronquial pasa por alto el circuito sistémico y retorna al corazón por
la vía de las venas pulmonares.
Envoltura de los
pulmones
Los pulmones está recubiertos por una membrana serosa fina de dos capas llamada pleura. La pleura parietal
cubre las paredes torácicas y la cara superior del diafragma, luego
continúa alrededor del corazón y entre los pulmones formando la pared
lateral del mediastino y encierra ajustadamente la raíz pulmonar. A
partir de ahí, la pleura continúa como pleura visceral o pulmonar
para cubrir la superficie externa de los pulmones, sumergiéndose
dentro, y cubriendo las cisuras. Note que con este recorrido una de las
capas de la pleura es solidaria a la pared del tórax mientras la otra
lo es a la superficie del pulmón.
La pleura produce el fluido pleural
que llena el resquicio entre las dos capas membranosas conocida como cavidal pleural.
Esta secreción lubricante le permite a los pulmones deslizarse
fácilmente sobre las paredes del tórax durante los movimientos
respiratorios. Aunque el fluido pleural permite a ambas capas
deslizarse libremente una sobre la otra, la separación entre ellas se
mantiene inmóvil debido a la elevada tensión superficial del fluido
pleural interpuesto, y esto implica que el pulmón está aferrado
firmemente a la pared torácica quedando obligado a expandirse y
contraerse pasivamente con los cambios de volumen de la cavidad
torácica que se alternan con la respiración.
La pleura también paticipa en la separación de la cavidad torácica en
tres cámaras, la central o mediastino, y las dos laterales, cada una de
las cuales contiene un pulmón. Esta compartimentación hace a su vez que
se reduzca notablemente la interferencia de un órgano móvil con otro,
por ejemplo, el corazón con los pulmones, además de limitar la
posibilidad de que las infecciones se extiendan .
Para continuar con el tema
de los pulmones lea el artículo Mecánica de la
respiración.
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