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Micción
Figura 1. Vejiga urinaria y vía de su vaciado.

Micción

Como micción se conoce el acto de orinar, es decir el vaciado de la vejiga urinaria a través de la uretra. Normalmente, a medida que la orina se acumula, la extensión de las paredes de la vejiga estimula receptores nerviosos de estiramiento presentes en ella. Los impulsos se transmiten a través de fibras nerviosas aferentes hasta la región sacra de la médula espinal. La médula espinal inicia reflejos de respuesta que inhiben la función del músculo detrusor, que es la capa muscular de las paredes de la vejiga y que la comprimen para vaciarla durante la micción. También se conducen señales de contracción al involuntario esfínter uretral interno, a fin de cerrar la entrada a la uretra, y al voluntario esfínter uretral externo.

Cuando se han acumulado en la vejiga unos 200 ml de orine se generan impulsos aferentes que se conducen al cerebro, lo que nos hace sentir deseos de orinar. Al mismo tiempo se producen contracciones cada vez más frecuentes de la vejiga, y si el momento es conveniente para vaciarla, se inicia el reflejo de orinar. Esta decisión se toma en la parte inferior frontal de la corteza cerebral. En tal caso, se envían impulsos para activar el centro de micción en el puente troncoencefálico el que actúa como un interruptor apagado/encendido que activa el músculo detrusor y relaja los esfínteres interno y externo para permitir la evacuación de la orina.

Si usted decide no orinar, las contracciones de la vejiga por este reflejo se mantienen alrededor de un minuto y la orina sigue acumulándose. Como el esfínter externo es voluntario, uno puede escoger no orinar y mantener contraído el esfínter temporalmente (así como el músculo elevador del ano que participa también en el cierre de la uretra). Cuando se almacenan otros 200-300 ml más, se repiten los reflejos de micción y si la acción de orinar se retrasa, otra vez los reflejos se vuelven a amortiguar. Eventualmente, los deseos de orinar se hacen irresistibles y la micción ocurre aun en contra de nuestra voluntad.


La inhabilidad para controlar voluntariamente la micción se llama incontinencia y es normal en los bebés, ya que aun no han aprendido a manejar el esfínter uretral externo, de modo que cada vez que se inicia el reflejo de micción estimulado por el estiramiento de la vejiga, y se inician las contracciones de esta así como el relajamiento involuntario del esfínter uretral interno se produce la micción. La incontinencia, después que se ha aprendido a controlar la micción, y en los adultos, se puede deber a problemas emocionales, a la presión adicional durante el embarazo, o a problemas en el sistema nervioso. También se puede producir incontinencia por esfuerzo como resultado del incremento súbito de la presión intra-abdominal al toser o reír.

Contrariamente la retención urinaria es la pérdida de la capacidad de orinar y se produce con frecuencia después de la anestesia general, lo que parece deberse a cierta demora en la funcionalidad del músculo detrusor. En los hombres, la retención urinaria refleja la hipertrofia de la próstata la que estrecha la uretra y dificulta la micción.



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